ARTE Y PERFECIONAMIENTO HUMANO: EL VALOR DEL ARTE
¿Por qué el arte perfecciona al hombre; por qué le permite interiorizar los valores?
Documento publicado en EDUCARTE N° 32/33. Año 2006. Páginas 18 y 19. www.educartechile.cl/articulos/articulo6.htm
En primer lugar, el padre Kupareo hace notar la riqueza e irrepetibilidad de la obra de arte. En este sentido, la compara con los actos morales: no hay ningún acto moral que se haya repetido en la historia del hombre; lo mismo ocurre con el arte, porque el arte y la moral “brotan de las fuentes más profundas de la naturaleza humana, que consta de materia y forma (cuerpo y alma), lo que en el arte se llama continente y contenido (Forma y significancia).”
Frente a lo mecánico, a lo que se reitera hasta que pierde su sentido, la obra de arte permanece siempre renovada y llena de significación; de allí el término significancia , para denominar el contenido, el sentido de la obra de arte. El sufijo –ancia , que expresa lo que está en acto, lo que no se agota , frente a significado , cuyo sufijo –ado, es un participio pasivo que nos refiere a lo ya conocido y codificado.
En segundo lugar, y apoyando lo que llevamos dicho, la obra de arte perfecciona por su integridad : hay armonía entre lo sensible y lo espiritual; los sentidos se espiritualizan y lo espiritual se encarna en las imágenes de la obra: “palpamos lo espiritual en lo que vemos y oímos y hay, a la vez, una trascendencia de lo que se contempla y se escucha. El padre Kupareo recalca la necesidad de enseñar a captar esta trascendencia, para que la obra de arte sea realmente captada.
La armonía entre lo sensible y lo espiritual se conoce de modo intuitivo en el arte: se trata aquí – dice el Dr. Kupareo –de una revaloración del conocimiento sensible sobre la mera abstracción. El mundo actual, acosado por el cientifismo, por el frío racionalismo, encuentra en lo artístico un mundo verdaderamente humano donde materia y espíritu tienen su más completa
reconciliación.
Arte y conocimiento humano.
El arte, en la Estética de R. Kupareo tiene el valor que se le está asignando en esta exposición, por ser una intuición, una revelación de los sentimientos humanos. Es un nuevo conocimiento de algo que nos ocurre, a veces muy a menudo, y que sin embargo, por pertenecer a nuestro interior, no somos capaces de contemplar ni de objetivar. La vivencia del sentimiento es personal y es para nosotros difícil ponerle un nombre: decimos amor, odio, soledad, angustia, etc., pero si nos preguntan el sentido de estos términos, nos faltan las palabras.
¿Cómo expresar adecuadamente a los demás lo que significa para mí el amor o la soledad? Es el arte el que puede ponerle a los sentimientos su nombre justo, adecuado, revelador . De esta manera, el sentimiento vivido queda elevado, dice el Padre Kupareo, a sentimiento intuido estéticamente. Junto con la vivencia del sentimiento surge su forma artística, que nos permite su contemplación. Es lo que ocurre con el siguiente poema de Juan Guzmán Cruchaga:.
CANCIÓN.
Yo tenía un anillo de cristal.
Porque era frágil lo quería y no lo tengo ya.
El anillo quebrado o perdido en el mar,
pesa ahora en mi dedo mucho más.
Yo tenía un anillo de cristal
¿Y el que ahora tengo de qué será?
Si lo miro desaparece,
Si no lo miro siento su metal
O su materia fría.
Mi anillo de nostalgia no se me perderá.
El amor, su pérdida y su valoración en su ausencia se revelan como no podemos verlo a través del conocimiento habitual o del conocimiento científico. Incluso desafía nuestra lógica a través de imágenes contradictorias: El anillo quebrado / o perdido en el mar, pesa ahora en mi dedo / mucho más . Literalmente estas imágenes son imposibles de entender lógicamente. Pero estamos frente a la simbolización , propia de la creación artística. El símbolo artístico es capaz de revelar conocimientos que a través de cualquier otro lenguaje es imposible comprender. La forma artística permite introducirnos en este universo, que nos incita a unir todas nuestras facultades para que se nos manifieste en su significancia . Desde este punto de vista el anillo es la imagen de la amistad/amor, que hay que cuidar para que no se rompa. Cuando esto último ocurre, sentimos realmente lo que significaba en mi vida y su ausencia pesa dolorosamente. Esta breve interpretación es ya una traducción a palabras corrientes del idioma y no pueden abarcar la riqueza del poema.
Las palabras de la poesía, los sonidos de la música, los colores y líneas de la pintura, el montaje fílmico, el personaje dramático, por nombrar sólo algunas posibilidades expresivas de las artes, son intraducibles . De otro modo, el arte no tendría valor.
Una última consideración: la educación por el arte , en la concepción de R. Kupareo, implica aprender a captar el valor humano de las obras de arte no sólo cuando su contenido son los valores positivos (amor, confianza, solidaridad, etc.) El arte también revela los disvalores (odio, desconfianza, egoísmo, etc.) Aquí se trata, como ocurre siempre en el valor artístico, de intuir, es decir, que tengamos una revelación de lo negativo . Ya Aristóteles hablaba de una purificación que surgía del modo de presentar (aspecto creativo, revelador, nuevo conocimiento) los sucesos que provocan compasión y temor en la tragedia.
Al respecto, explica Kupareo, “nadie puede comprender las tinieblas, si primero no sabe lo que es la luz. El arte educa no sólo a través de las ideas positivas, sino también –y quizás más- a través de las negativas. ¿Quién quisiera repetir la vida de Otelo, Hamlet, Madame Bovary, etc?”. (Kupareo, 1972)
La problemática de la educación por el arte es importantísima y supone preparar para la correcta captación del arte. Desde luego es necesario pensar en la edad, educación, situación personal, etc., de una persona. No todos pueden acercarse a las obras de arte sin una adecuada preparación.
Terminemos con otra cita textual: “El camino de la educación por el arte es largo, pero vale la pena recorrerlo para hacer de este mundo un mundo mejor y darle un sentido trascendente, como lo da la obra de arte, que supera el tiempo y espacio, a pesar de nacer en un tiempo y espacio determinados”. (Kupareo, 1972).
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